Renuncio a ser la niña buena: «calladita NO me veo bonita»

Escrito por Luna Marcela Nathaya

Me costó trabajo reconocer, que por muy rebelde que me creyera, también, esa violencia de ser la «niña buena» me había marcado. Y cómo no iba a hacerlo, si toda mi etapa educativa estuvo marcada por regaños y castigos al hacer ruido.

«Marcela, salté del salón»

«Quien le hable a Marcela, tendrá puntos menos»

Resultada que era la niña, que podría «echar a perder» la grupa.

Niños y niñas, igual de rebeldes que yo, igual de consientes y uno que otro, igual de talentosos.

Recuerdo un compañero, uno que pintaba y dibujaba y la profesora de 6to de primaría, llamaba incontables veces a su padre para «denunciar» el terrible crimen de su hijo: se la pasa dibujando, no pone atención.

Entiendo, que para todo hay lugares, pero, no entiendo, tratar como criminales a niños y niñas, que sólo teníamos necesidades distintas. Que eramos más listos en otras cosas, más ágiles y que el ritmo de un sistema educativo LENTO e INEPTO no iba alcanzar a cubrir nuestros deseos por aprender.

Así que, años y años de castigos por ser yo, me pasaron factura de adulta.

Sí, comencé a creer que mi ruido era malo. Que mi voz incómodaba. Que mejor callada y alienada. Que mejor prudente, tímida y como muchas, mejor, vivir en miedo y silencio.

Pero…

Cuando eres una mujer con selva interior, tarde que temprano, saldrá, todo ese sonido, todo eso que se tiene que decir. Ya no más silencio.

Me cansé. Me dolió. Me desperté. Renunciar a ser ella no fue fácil.
Tuve miedo de que me dejaran de querer, de ser malinterpretada,
de que me llamaran difícil, loca, exagerada, conflictiva…

Pero, valía la pena.


Renunciar a ser la niña buena me devolvió la voz, el cuerpo, la vida.
Empecé a decir “no” sin sentir culpa.
A poner límites.
A sentirme digna, incluso cuando no agradaba a todos.

Porque ser libre no siempre es ser simpática.
Y ser buena no siempre es ser justa contigo.

Ya no quiero ser la niña buena.
Quiero ser la mujer completa, auténtica, a veces dulce y a veces fuego.
Quiero ser mía.

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